21. BLUE VALENTINE

Arturo:

            Buff, ¿qué hora es? (mira el despertador).

            Pero si son ya las siete de la tarde, y esta chica sin venir.

            No sé, ¿la habrá pasado algo?

            Voy a llamarla…

            Nada, no me lo coge. Siempre me hace lo mismo.

            Voy a enviarla un mensaje:

            “¿Dónde estás? Llevas mucho tiempo fuera. Te espero para cenar, yo lo preparo todo. Te quiero.”

            Voy al baño a refrescarme.

            ¿Y toda esta sangre en el suelo…?

            ¡Tengo un dolor de cabeza tremendo!

            Casi ni me acuerdo de lo que ha pasado.

            Sé que he tenido una bronca con ella, y a lo mejor me he propasado.

            Bueno, no fue para tanto.

            Ella tenía un poco de sangre, pero yo estoy lleno de arañazos.

            Es que me pone de los nervios.

            Incluso se lo merece.

            Yo salgo cuando me da la gana y no tengo que pedir explicaciones a nadie, y menos a ella.

            Nada, y no me contesta.

            Seguro que está por ahí con sus amigas, como yo me he ido con los míos se estará vengando.

            Voy a enviarle otro mensaje, a ver.

            “Cariño, te estoy esperando, ¿vas a tardar mucho? Mira que empiezo sin ti.”

            Nada, y sé que me los lee, pero ni siquiera me contesta.

            ¿Pasará de mí?

            ¡Hay que joderse!

            Seguro que está con sus malditas amigas, ¡mira que me caen mal!

            Y le he dicho mil veces que no me gustan, que me lleva los demonios cada vez que las veo.

            Pero no me hace ni puto caso.

            Estoy hasta las narices.

            Un día me voy a enfadar de verdad y ya veremos.

            Nada, que no me contesta.

            “Valentina, me estoy empezando a cabrear y no quiero que pase lo de antes. ¡Ven aquí inmediatamente!”

            Nada, esta payasa no me hace ni puto caso.

            Y encima no sirve para nada.

            No hace las camas, ni pasa la fregona, ¡está todo hecho una mierda!

            Un hombre necesita tener en su casa a su mujer cuando llega, y ésta está por ahí todo el puto día.

            Me estoy encendiendo cada vez más.

            Y seguro que se habrá puesto la falda azul que no me gusta que se ponga.

            Y mira que le he dicho que no se le volviera a ocurrir.

            Voy a mirar en su armario a ver, y como se la haya puesto se va a enterar, se la armo.

            ¿Ves?, aquí no está. Le dije que la tirara, pero seguro que se la ha puesto.

            “Ven inmediatamente, zorra. Quiero que vengas ahora mismo”

            A ver si me lee esto y se acojona.

            Joder, las ocho ya y ésta sin dar señales de vida.

            Nada, ni me coge las llamadas ni me contesta a los mensajes, joder.          

            Cálmate.

            Pero ¿y si está con otro?

            Seguro, por eso no me contesta.

            Se estarán riendo de mí.

            Cálmate, Arturo, que al final empiezas a dar golpes a todo y te cargas las puertas.

            ¡Pero es que no lo puedo evitar!

             ¡Ya he roto el cristal!

            ¡Todo por su culpa!

            ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhh!

             ¡Putaaaaaa!

            ¡La voy a matar!

            “Como no vengas ahora mismo te mato, puta, cabrona”

            “¡Sé que me lees los mensajes! ¡Eres una zorra!”

            “¡Sé que te estás follando a otro!”

            “¡Puta, hija de puta!”

            Bueno, calma.

            Me estoy encendiendo sin motivo.

            Respira.

            “Perdona, cariño. Pero es que te quiero tanto que no puedo soportar la idea de que estés con otro.”

            “Perdóname”.

            “Ven y hablamos tranquilamente”.

            Nada, que no me contesta.

            Es que si no fuera por mí, estaría para vestir santos.

            Y encima así me lo agradece.

            Si es que seguro que está con otro.

            Es que me los imagino y no lo soporto.

            “Tenemos que hablar, no me cabrees otra vez”

            “¡¡Que vengaaaas!!”

            Ya son las nueve.

            Esto es imperdonable.

            Cuando llegue la reviento la cabeza.

            Sigue sin contestarme.

            ¡Será puta!

            Estará zorreando por ahí como las putas.

            “Eres una puta, ven inmediatamente o te arrepentirás. Sabes que será peor, que cuando me cabreo pierdo los nervios”.

            No escarmienta.

            Siempre me hace lo mismo y sabe las consecuencias.

            Joder, las once y sin dar señales de vida.

            Anda, llaman a la puerta, seguro que es ella.

            Se va a enterar.

           

Valentina:

            No se qué hacer.

            Dios mío.

            Hoy ha sido peor que nunca.

            Casi me mata, menos mal que venía borracho perdido y he podido escaparme.

            ¡Dios mío!

            ¡Casi me revienta!

            Estoy llena de sangre.

            ¿Y qué hago, Dios mío?

            Le tengo pánico.

            No sé qué hacer

            Se lo debería decir a mi madre, pero no quiero disgustarla.

            Esta vez no se va a creer que me he golpeado con la puerta.

            Le he tapado tanto tiempo…

            ¿Tendré yo la culpa de todo?

            Llevo más de dos horas aquí en este banco del parque y no sé qué hacer.

            ¿Vuelvo a casa?

            A lo mejor le cojo de buenas y me perdona.

            Pero ¿yo qué he hecho?

            Intento pensar en lo que he podido hacer para que se pusiera así pero no lo entiendo.

            ¿Le habré mirado mal cuando volvió?

            Si le miro, porque le miro y si no le miro, porque no le miro.

            Si le hablo, porque le hablo, si no le hablo, porque no le hablo.

            A lo mejor no lo conozco lo suficiente.

            ¿Tendré que esforzarme más?

            ¡Ufff!, la nariz no me para de sangrar.

            Y por este ojo casi no veo, no sé qué me habrá hecho.

            El golpe casi me hace perder el conocimiento.

            Menos mal que logré desembarazarme de él y escapé, si no me mata.

            ¡Uy!, un mensaje.

            Está preocupado por mí.

            Qué rico, me prepara la cena.

            Pero no sé qué hacer.

            Lo mismo me la arma otra vez.

            Esperaré un poco, a ver si se tranquiliza un poco más.

            Otra vez, otro mensaje.

            Estoy temblando cada vez que me vibra el teléfono.

            Dice que me espera, que no tarde.

            ¿Se le habrá olvidado ya?.

            Tengo miedo, esta vez se ha pasado.

            Ahora me llama.

            No quiero cogérselo, si lo hago seguro que me abronca y me echa la culpa.

            Me duele el estómago.

            Se le ha ido la mano, ese puñetazo me ha hecho daño.

            Si es que no controla con la bebida.

            Pero a veces es tan maravilloso… Le quiero pero no puedo seguir así.

            Si es celoso es porque me quiere, ¿o no?

            No sé qué pensar.

            Mis amigas me dicen que lo deje, pero no puedo, le quiero demasiado y me protege mucho.

            No sé si podría vivir sin él.

            Pero le he dado tantas oportunidades y siempre pasa lo mismo…

            Este mensaje me da miedo.

            Me ordena que vaya, ¿qué hago, Dios mío?

            Se me rilan las piernas, no puedo ni andar.

            (Llora desconsoladamente)

            Cualquiera que me vea aquí sentada con el frío que hace…

            ¡No, otro mensaje!

            Como vaya a casa éste me mata, no puedo volver.

            ¿Qué voy a hacer?

            Pero, otro… Dios mío, no.

            ¡Pero si la falda azul la tiré hace mil años!

            Se piensa que estoy con otro.

            Está enfermo de celos.

            No puedo más, tengo que ir a casa de mi madre y contárselo.

            ¡Otro mensaje!

            Dios, se ha vuelto loco.

            ¿Cómo puede decirme esas cosas?

            Una persona que me quiere no puede tratarme así.

            Estoy desesperada.

            Me empieza a doler el costado, creo que me ha roto alguna costilla.

            No puedo casi ni respirar.

            ¡Dios mío! ¡Las cosas que me dice!

            Voy a apagar el teléfono, no puedo ni verlo.

            Si voy a casa me mata, tengo que hacer algo.

            Tengo que hacerme valer y respetarme a mí misma.

            No puedo volver con él.

            Voy a llamar a mi madre y se lo cuento todo.

 

                   – ¿Mamá?…, tengo que contarte una cosa – le dijo Valentina llorando.

               Cuando Arturo abrió la puerta se encontró con la sorpresa de ver a la policía.

            – ¿Arturo Vidal? Tiene que acompañarnos a comisaría. Queda detenido por un supuesto delito de lesiones a su mujer. No, no, no puede coger nada. Dese la vuelta para ponerle las esposas.

            Si Valentina hubiera acudido a su casa, hubiera engrosado la maldita lista negra de mujeres asesinadas a manos de sus parejas. Tuvo suerte. Llamó a su madre, fueron al hospital, y de allí con el informe médico se acercaron a comisaría para poner la correspondiente denuncia contra su marido. Éste fue a la cárcel y Valentina pudo tener una vida, si no feliz, por lo menos tranquila.

           Muchas mujeres desgraciadamente no tienen tanta suerte. Hay muchas Valentinas cuyas vidas son un infierno y terminan trágicamente. Éste es uno de tantos casos que he llevado, pero el patrón de maltratador y víctima se repite en casi todos. Todavía nos queda un largo camino por recorrer en materia de violencia contra la mujer. Todos somos Valentina.

 

 

 

 

“Blue Valentine”: Película producida por Hunting Lane Films y Silverwood Films, y distribuida por The Weinstein Company.

           

           

 

           

           

 

           

           

           

 

           

           

 

           

           

           

 

          

 

           

           

 

           

           

           

 



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